lunes, 20 de noviembre de 2006

Conciencia celular eclesial

Tanto se nos ha llenado la vida de celulares que hasta la conciencia eclesial corre el riesgo de no darse cuenta de que hay que parar en un momento de prestarle tanta atención al teléfono celular.

Distingamos que el celular es sólo un aparatito. El que llama es una persona.

Si estuviéramos en la misa sin celular y viene alguien que conocemos y nos pregunta sobre algo que no es tan importante como la misa, ¿cómo obraríamos?

Si estuviéramos en la misa con celular y llama alguien para preguntarnos sobre algo que no es tan importante, ¿no podríamos decirle que llame en otro momento que no sea justo la hora de la misa?

Si es algo importante, urgentísimo, intransferible, nos iríamos a atenderlo. Pero ¿no es sospechoso que si estamos en misa algo nos distraiga? Y lo que es peor, ¿que distraiga al resto?

Si el celular tiene la posibilidad de ser puesto en modo vibración, de manera que no suene, facilita las cosas. La dificultad la tienen las mujeres que suelen guardar sus celulares en la cartera y eso hace que no lo escuchen... y por eso recurren a configurar el tono de llamada con algo que se distinga del resto de los sonidos para que puedan darse cuenta que está sonando. Y se torna en un verdadero concierto de ringtones... Difícil concentrarse en la oración y en la misa con tal concierto...

Peor es salir contestando...

¿Qué porcentaje de avisos de extrema urgencia se darán para la gente que va a misa con celular? Casi el 0%. Entonces, ¿por qué tener miedo de apagarlo? Si me tienen que informar de algo extremadamente urgente, ¿nadie puede venir al templo a avisarnos? Pareciera que el celular no sólo acortó las distancias sino la capacidad de traslado de muchos.

Si estoy en misa, no estoy trabajando. Si estoy de guardia no puedo estar en misa. Si no estoy de guardia no tengo por qué llevar el trabajo a la misa. La misa es misa.

Que los que quieran comunicarse esperen la finalización de la misa.

¿Nos parecería correcto que en las columnas del templo pusiéramos teléfonos públicos y que cualquiera los use cuando estamos en misa? Es ridículo, ¿verdad? Hagamos que nuestras conversaciones telefónicas no se vuelvan públicas y menos dentro del templo, donde la comunidad ora, y le presta reverente atención al Dios todopoderoso, Señor del cielo, de la tierra y de las comunicaciones por celular. Por favor, en misa 0 celular. ¿Sí? Gracias.

Pbro. Juan José Dondo Gazzano.