jueves, 30 de noviembre de 2006

José Comblin - Discípulos

DISCÍPULOS

P. José Comblin

Tema central de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida. Brasil 2007.

El texto enviado por el CELAM como preparación a la V Asamblea que se reunirá en 2007 en Aparecida presenta el tema de discipulado o de discípulos como tema principal de la Asamblea. El texto contiene un capítulo que quiere dar una exposición teológica del tema del discípulo. Este tema es muy importante y abre muchas puertas. Sin embargo la teología del capítulo necesitaría algunos complementos porque es bastante insuficiente.

Los teólogos que prepararon ese texto lograron escribir un capítulo entero sobre el discipulado sin mencionar nunca la actividad de Jesús. Ahora bien, ser discípulo es aprender de otra persona. Sin embargo, en el texto no se ve en absoluto qué es lo que los discípulos aprenden de la vida de Jesús. No se ve el mensaje del maestro, ni su pedagogía, ni su referencia a la cultura de su tiempo.

El evangelio de Juan dice que la Palabra se hizo carne. Es decir que la Palabra de Dios no es una doctrina, no es un discurso, no es una exposición de verdades teóricas, no es una teología. La palabra de Dios es la vida de Jesús, todo lo que hizo en esta tierra en la debilidad de la carne, del cuerpo y del ser humano en general. Jesús supo usar el cuerpo humano, el tiempo humano, la situación humana en esta tierra para expresar la Palabra de Dios. Por consiguiente el discípulo está llamado a observar, mirar, entender y acompañar a Jesús, a descubrir su modo de actuar, lo que busca, la manera de expresarse, los gestos que hace, las palabras que pronuncia en determinadas circunstancias. Los mismos evangelios muestran que los discípulos tuvieron grandes dificultades para aceptar el modo de vivir de Jesús. Lo más difícil era entender el camino del no-poder, de la pobreza. Es la dificultad que los discípulos de todos los tiempos encontrarán porque tantas veces estarán fascinados por el poder, la riqueza, el prestigio, el status social.

Los discípulos de Jesús no son como los estudiantes de los doctores de la ley. No estudian una ley. No son como los alumnos de los filósofos, porque los discípulos de Jesús aprenden su actuar y no aprenden ideas, doctrinas, juegos intelectuales. Los discípulos no son como los que estudian las ciencias modernas, porque en las ciencias modernas el modo de vivir del profesor no importa, sino más bien la objetividad de la observación y de la experimentación como el rigor matemático para definir las relaciones. Los discípulos aprenden una manera de vivir, una orientación para la vida toda. Ser discípulo no es estudiar la teología, y la misma teología puede ser muy peligrosa: la teología puede engendrar poder, capacidad de imponerse a otros, sentimiento de superioridad, cualificación para una promoción social. La teología es uno de los factores principales que sustentan la dominación clerical, dominación paternalista, pero dominación que todos los laicos perciben aunque los sacerdotes lo nieguen. Ser discípulo es cambiar de vida, recibir una iluminación que lleva a abandonar todo lo que era, para dedicarse al reino de Dios. Así como Pedro y Andrés y Juan y Santiago que dejan sus redes, dejan su familia, dejan su casa para seguir al maestro.


Para aprender como ser discípulo, debemos recordar, hacer memoria de aquello que Jesús hizo. Ahora bien, en forma muy breve podemos condensar la acción de Jesús, el mensaje de su vida, que está en la elección de su modo de vivir, en pocos puntos, que expresan lo más importante. ¿Qué hizo Jesús para ser maestro? ¿Qué fue lo que enseñó?

1. En primer lugar Jesús vivió en Galilea, la región pobre, menospreciada, oprimida del pueblo de Israel. Fue a meterse y a vivir, a realizar su misión en medio de los más pobres de su pueblo. Vivió como ellos pobremente. Visitó los pueblitos pobres de la Galilea, y nunca estuvo en las ciudades de civilización griega, ni siquiera las más cercanas: había una a 6 km de Nazaret. Toda su vida fue dedicada a los pobres, porque para él en medio de los pobres estaría el verdadero Israel, el verdadero pueblo de Dios. Una gran lección para todos los que quieren ser discípulos.

2. En segundo lugar, Jesús anuncia la llegada inminente y la presencia actual del reino de Dios que será el reino de los pobres. Su misión consiste en anunciar esta buena nueva, la buena nueva de que empieza una vida nueva para los pobres. El verdadero Israel estará en medio de ellos, hecho por ellos y para ellos. Así dice Jesús para inaugurar su ministerio: en su declaración en la sinagoga de Nazaret según Lucas, en el monte de las bienaventuranzas según Mateo. Jesús viene a anunciar felicidad, salvación, libertad: el mundo va pertenecer a los pobres. Será el gran cambio en la historia de la humanidad. Jesús no viene a publicar una Ley dura como la de los doctores de Israel, sino vino a anunciar una felicidad. Felicidad para la samaritana, la mujer siro-fenicia, la mujer adúltera, los pecadores públicos. Buena lección para todos los que imponen a los pobres una ley dura, implacable, reglas de derecho o de costumbres que humillan a los pobres en lugar de hacerlos felices. Los discípulos de Jesús siempre estarán dando felicidad.

3. Jesús muestra las señales del cambio y de la felicidad: Cura a los enfermos, expulsa los demonios, da de comer a los hambrientos, restituye la vida. Nosotros nos preguntamos si podremos imitar a Jesús en eso. A lo mejor no podremos hacer los milagros más espectaculares, aunque en la historia fueron atribuidos milagros semejantes a los santos, sean ellos oficializados o no. Pero sí podemos hacer mucho: los enfermos necesitan esperanza, paciencia, cariño. El mensaje de felicidad mejora la salud. Los demonios son los que provocan todos los males: tristeza, miedo, rencor, desesperación, egoísmo, etc. Podemos expulsar esos demonios. Es probable que la tradición oral aumentó lo espectacular de los milagros de Jesús, lo que es una tendencia natural de todos los pueblos cuando se encuentran con personalidades fuera de lo común.

4. Jesús denuncia la falsa religión de los sacerdotes, de los doctores, de los fariseos, es decir de todas las autoridades religiosas que tienen la pretensión de ser representantes de Dios y se consideran maestros, aunque sean solo falsos maestros que enseñan el error. Por eso, Jesús, desde el principio de su misión entró en conflicto con todas esas autoridades. No se quedó callado. Ha venido a salvar a su pueblo de la falsa religión que quieren imponerle. Pues los dirigentes religiosos de Israel son impositivos, y trasmiten miedo y tristeza en lugar de felicidad.

5. Jesús enseña que Dios no quiere sacrificios, así como no quiere templos ni sacerdotes. Quiere justicia y misericordia, o sea amor mutuo, fraternidad entre todos. Es un laico y quiere que su pueblo vuelva a ser un pueblo de laicos sin clase superior. Los que mandan tendrán que portarse como servidores, como inferiores y no como "autoridades".

6. Jesús será condenado por revolucionario, que quiere destruir el reino de Roma. Aunque los evangelios no refieran actos propiamente políticos en la misión de Jesús, está claro que el ideal de Jesús no era compatible con el imperio romano y la autoridad romana, que no podía no ver en él un peligro. No hace actos políticos pero Jesús lanza en el mundo un mensaje que cuestiona y condena todo el sistema social romano. Él bien lo sabe y sabe que el poder de Roma desaparecerá a la hora que Dios decida.

7. Jesús no huye cuando descubre que van a matarlo. Continúa hablando y actuando y acepta el martirio para no traicionar su mensaje. Muere por fidelidad a la misión recibida aún frente a la muerte. Huir sería quitarle toda credibilidad a su mensaje. Así hacen tantas autoridades humanas a la hora del peligro. De esta manera muestran que su discurso era falso y mentiroso.

Lo que sucede, es que la cristología que se desarrolla después del Concilio de Calcedonia, solo se interesa por la unión de las dos naturalezas en Jesucristo. Lo que le interesa es lo que Jesús es. Dice que Jesús fue Dios y hombre y expresa esa afirmación por la expresión de dos naturalezas: la divina y la humana. Sucede que estas dos naturalezas no son comparables.. La naturaleza divina no tiene historia y es totalmente sencilla. Pero la naturaleza humana no existe en un momento siempre igual a sí misma. El ser humano no existe en un momento fuera del tiempo y del espacio. El ser humano es una historia, una sucesión de actos organizados en virtud de un proyecto de vida. La cristología tradicional se limitó a comentar lo que Jesús es según el Concilio de Calcedonia y no se interesó por lo que hizo como ser humano, como fue su humanidad. Tomó la humanidad como algo abstracto, no histórico. Lo interesante era solamente que fuera un ser humano. O sea que tuviera la naturaleza humana. El problema es: ¿cómo ser discípulo de una pura naturaleza humana, de una humanidad abstracta igual para todos? La consecuencia fue que no hubo reflexión sobre el contenido de la vida de Jesús a partir de los evangelios en la teología oficial.

El capítulo del texto de preparación a Aparecida no contiene ninguna orientación para la vida humana concreta. Permanece en la línea de la teología escolástica tradicional sin incorporar todo lo que se estudió y se escribió en los últimos 50 años. Por eso el capítulo sobre el discipulado no contiene ninguna orientación para la vida en este mundo. Ofrece solamente orientaciones religiosas, como si ser discípulo fuera hacer actos religiosos. La vida del discípulo deja de ser una vida humana laical, vivida en este mundo, para ser una vida fuera del mundo, una vida hecha de actos religiosos, sin historia, sin proyecto, sin lucha, sin desafíos, sin enemigos, sin obstáculos. Se vuelve a la manera del libro famoso De la Imitación de Cristo de Tomás Kempis, en el que se habla de todo salvo de la imitación de Jesús. Pues no se hace ninguna referencia a la vida real de Jesús. Solo hay interés por sus virtudes consideradas en forma abstracta fuera de su contexto histórico, como si las virtudes estuvieran actuando solas, en el aire, fuera de la historia humana.

En realidad no existe la prudencia en sí, ni la fortaleza en sí, ni las demás virtudes en sí, si no son aplicadas en circunstancias muy determinadas Sin referencia a situaciones concretas, esas virtudes no dicen nada y no hacen nada, son entes de razón, entidades ideales que no existen salvo en el pensamiento, y por eso nada producen.

La teología escolástica ha eliminado la historia de la visión del cristianismo. Hizo del cristianismo una doctrina, un equivalente de la filosofía, que sigue las mismas normas de comprensión. Para los filósofos griegos la historia no es objeto de ciencia. La historia no tiene significado, no tiene sentido, es un sucesión arbitraria de hechos sin conexión. En la escolástica también el cristianismo es presentado como una doctrina universal válida para todos en todos los tiempos, igual para todos. Es un esquema de vida igual para todos, salvo que no todos logran aplicarlo en el mismo porcentaje. En ese esquema escolástico todas las generaciones son iguales, todas tienen los mismos problemas y todas tienen ante los ojos un programa de vida hecho de actos religiosos iguales para todos los pueblos en todos los tiempos.

Sin embargo, lo que la Biblia nos enseña es una historia: la historia del combate entre vida y muerte, entre las fuerzas de vida y las fuerzas de muerte en este mundo, en la hurnanidad. La salvación cristiana no es una cuestión individual, sino la transformación de la humanidad entera. Es toda la humanidad que está sometida a fuerzas de muerte y toda la humanidad que está convocada para que pueda vencer la vida. Jesús vino a mostrar el camino de la humanidad. Ahora bien la humanidad no está hecha de una colección de seres humanos todos iguales con la misma misión. Cada persona humana está inserta en una historia global en la que ocupa un lugar único, o que le confiere una vocación única: buscar en esta situación única lo que Jesús haría. Las fuerzas de muerte y de vida cambian, porque la humanidad cambia; los retos cambian. Por eso cada generación tiene una tarea nueva, específica, única y cada individuo ocupa un lugar en su generación. Los pobres están construyendo una historia y siguen el modelo de Jesús. No pueden repetir literalmente lo que Jesús hizo, porque el mundo cambia. No estamos más en la Galilea de aquel tiempo y el imperio romano ha sido reemplazado por otro imperio diferente. Todos tenemos que buscar lo equivalente de la vida de Jesús, cada uno en su situación única. Hay que hacer actual el contenido de la vida de Jesús para ser verdaderamente discípulo.

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